Los portales al Inframundo Maya

La cosmogonía mesoamericana distribuye la existencia en tres niveles, el cielo y los astros, el suelo y los hombres, y el subsuelo y los dioses. Su geometría sagrada está definida por las cinco direcciones: oriente, poniente, norte, sur y el centro. Las cuevas son los pasajes que nos llevan nuevamente dentro, de regreso a nuestro origen como pueblo, de regreso a nuestro centro como cultura. Desde el centro podemos regresar al interior, a nuestro propio centro. La cueva emana poder, y ofrece una conexión inmediata con lo divino. En su interior se han podido encontrar vestigios de ceremonias de adoración, y de coronación de nuevos gobernantes.

Ilustración 1 Cueva de Balamkanché, Yucatán. © Gobierno del Estado de Yucatán.

La Ruta Puuc, en Yucatán, es un lugar fascinante que alberga en su territorio centros ceremoniales de gran envergadura, como Uxmal, pero también muchos otros que contribuyen al rico entramado ritual de la cultura Maya, como las grutas de Loltún, o el centro ceremonial Oxtintok, donde sus templos se vinculan con las cuevas que se encuentran debajo de estos. Los ancestros salieron de las cuevas, adorando a las deidades que en ellas permanecen. Con el paso del tiempo, este recuerdo se convirtió en leyenda. En Oxtintok se preserva un vestigio muy peculiar; un laberinto que desciende tres niveles y que representa el viaje al inframundo que realizaban las almas al morir. Actualmente no está permitido el paso dentro de la estructura, pero debe ser una parada obligatoria si deseamos experimentar la evolución de la cultura maya en esta zona ya que marca el punto de partida de la Ruta Puuc. Este sitio data del 300 al 500 de nuestra era. 

Ilustración 2 Laberinto de Oxtintok, Ruta Puuc, Yucatán. © Adam Castforth

El sonido del agua que corre dentro de las cuevas asemeja las voces de los dioses que en ellas habitan; y acompañaba los rituales adoratorios de los que se preservan fragmentos de huesos, pigmentos ceremoniales e incensarios en el sitio en que fueron depositados hace por lo menos mil años. En el caso de la Cueva de Balamkú, en Chichen Itzá, los incensarios ahora son parte de las estalagmitas de la cueva.

El agua que manaba de las estalactitas se consideraba sagrada y era utilizada en los rituales religiosos y políticos y se le consideraba el semen del planeta, origen de la vida. Recordemos que el agua en Yucatán es subterránea, y que el acceso a los manantiales de los cuales subsistían sus poblaciones se volvieron sitios muy venerados.

Ilustración 3 Incensario Maya en Cueva de Balamkú  ©  Karla Ortega,  Proyecto Gran Acuífero Maya.

Las cuevas como origen de la vida, y destino final de las almas, son habitadas por las deidades que nos traen el agua, la lluvia, y al parecer se les adoraba realizando sacrificios ceremoniales; que podrían guardar estrecha relación con los restos paleontológicos que por causas naturales terminaron dentro de las cuevas, y que los primeros hombres modernos debieron atribuir a ofrendas que los dioses de las cuevas demandaban. En algunas cuevas se encuentran testimonios de lo que podrían haber sido sacrificios humanos; en Guatemala se preservaron los esqueletos de seis infantes que parecieran haber sido depositados en el fondo del espejo de agua dentro de la cueva, y sus esqueletos son parte ahora del sedimento. 

Ilustración 4  Esqueleto fosilizado. Cueva Aktun Tunich Muknal, Belice. © Arturo Bullard

Pocos documentos prehispánicos se conservan, muchos fueron destruidos por la Inquisición Católica durante la Conquista Española. Las leyendas que se conservan son parte de una tradición oral que se ha sincretizado con los ritos judeocristianos; pero los rituales que se realizaban en las cuevas quedaron ocultos. Los vestigios que han sido encontrados dentro de las cuevas abarcan expresiones artísticas y rituales de la Cultura Maya que van del periodo Pre-Clásico Tardío hasta el Posclásico Tardío, interrumpiéndose definitivamente con la llegada de los Españoles y la evangelización de las poblaciones indígenas; aunque las cuevas conservaron su sacralidad. Las cuevas siguen siendo la entrada al Inframundo, donde lo inmutable permanece.

Ilustración 5 Vestigios preservados en las cuevas de  la Península de Yucatán© INAH/GAM

Además de ser la entrada al mundo después de la vida, también son el vientre del cual emergimos los humanos, y a donde retornaremos al final de este ciclo que estamos viviendo. La cultura maya es cíclica, regida por el ciclo de cultivo del maíz, y por el tránsito de venus, el sol y la luna en nuestro firmamento. Es natural que pensaran que su origen debiera ser también su destino final. De igual forma, consideraban que el Sol, al caer la noche, atravesaba el inframundo y sólo al amanecer saldría victorioso en el horizonte.

Ilustración 6 Dzibilchaltún, Yucatán. Equinoccio de Primavera. ©  Gobierno de Yucatán.

Así como se forma el binomio cueva-pirámide, también hay cuevas cuya importancia definía la ubicación de los asentamientos. El centro ceremonial Chichen Itzá es un ejemplo claro de esta estrecha relación entre las cuevas, los cenotes y los templos. Las cuevas de Balamkú y Balamkanché atesoran reliquias que aún se están analizando y que podrían indicar la fecha del colapso de Chichen Itzá, pues fueron selladas después de lo que pareciera ser una derrota militar, y permanecieron así hasta mediados del siglo XX cuando fueron descubiertas y vueltas a cubrir; pero apenas ahora están siendo exploradas por el proyecto Gran Acuífero Maya.

Ilustración 7  Balamkú, Chichen Itzá, Yucatán.© Sergio Gómez /Tlalocan / INAH

La majestuosa estructura conocida como el Castillo de Kukulcán, en Chichén Itzá atesora en sus entrañas un cenote, que solo podemos imaginar lo sagrado que fue para los gobernantes de este lugar.  Además del cenote debajo, la estructura del Castillo está rodeada por otros cuatro cenotes, uno en cada punto cardinal. El cenote debajo de la estructura fue descubierto en 1997 por las universidades de Minnesota y San Francisco,  usando técnicas de Radar. En 2015, el Instituto de Geofísica de la UNAM realizó tomas de Resonancia Electromagnética. En 2017, el proyecto Gran Acuífero Maya trató de llegar hasta este cenote desde los cenotes circundantes, encontrando un acceso bloqueado con piedras que parecieran haberse colocado ahí de forma intencional. Las exploraciones continúan. 

Ilustración 8 Flujo Subterráneo del Agua debajo del Castillo de Kukulkan, Chichen Itzá Yucatán. © René Chávez

No solo en Chichen Itzá se han encontrado túneles debajo de las estructuras, Teotihuacán también tiene túneles y cuevas debajo de la Pirámide de la Luna. Falta mucho por descubrir, pero sin duda pronto aprenderemos que estas majestuosas estructuras se construyeron para atesorar lo que tenían debajo, cuevas, manantiales, sitios desde los cuales emergió la cultura en esa región, y en algunas ocasiones también resguardan tumbas de altos dignatarios. Conforme la tecnología nos permita explorar las estructuras desde afuera, desde arriba, con escaneos digitales, podemos develar los misterios de estos vestigios. 

La zona Maya abarca no sólo la Península de Yucatán, también comprende cinco estados en México, desde Tabasco, Chiapas, Campeche, Quintana Roo y Yucatán, así como también los países de Belice, Guatemala y Honduras. Para donde miremos en este bello sureste encontraremos un sitio por descubrir, y un poco más allá otro, y  así podremos ir enlazando con nuestros viajes el entramado cultural que unía este territorio entre sí. 

Referencias:

Brady, J.,  Bonor Villarejo J. (1993) Las cavernas en la geografía sagrada de los mayas. Perspectivas antropológicas en el mundo maya, Ma. Josefa Iglesias Ponce de León y Francesc Ligorred Perramon (eds.) Sociedad Española de Estudios Mayas, no. 2 pp. 75-95. Madrid https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2775805 

De Anda, G. Brady, J., Ortega, K, Celis A.K. (2019). Balamkú, Yucatán. English Translation of Arqueología Mexicana https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6865624 

Rivera Dorado, M (2002) Algunos símbolos en el mito del origen del mundo en Oxkintok. Revista Española de Antropología Americana 2003, 33 5-16- https://revistas.ucm.es/index.php/REAA/article/view/REAA0303110005A 

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