Desde el año 2020 hemos vivido una especie de oscurantismo turístico. La desaparición del CPTM, la cancelación del Aeropuerto de Texcoco y la pandemia de COVID le dieron al sector turístico las “tres cruces” (haciendo alusión a la canción de Mecano, Cruz de Navajas) que lo llevaron a 4 años de franco letargo y reacomodo.

Quienes tenían los medios, se rascaron con sus propias uñas y tuvieron mayores posibilidades de salir adelante. Las PyMEs y las empresas comunitarias tuvieron un derrotero menos alentador, ya que muchas de ellas cerraron sus puertas o se dedicaron a actividades productivas distintas. Al final, el sector turístico inevitablemente sufrió en su conjunto y las perspectivas de crecimiento que se habían trazado desde muchos años atrás se desplomaron.

El resultado fué una profundización de la desigualdad para los destinos turísticos, logrando que los destinos tradicionales, y con más recursos, mostraran una recuperación más acelerada, mientras que los destinos emergentes sigan aún sufriendo los estragos y lejos de lograr participar dentro de la economía turística.

Irónicamente, el consumidor también evolucionó en este periodo y en términos generales hubo un resurgimiento del apetito por los destinos de naturaleza, por viajar en grupos pequeños y por tener experiencias de inmersión profunda en las comunidades anfitrionas. El turista quiere ser agente de cambio, quiere fomentar el turismo sustentable y quiere que su inversión tenga un impacto real en los destinos que visita. Esta tendencia continua a nivel global, pero como país no hemos tenido la capacidad de capitalizar este cambio en el consumidor y traducirlo en el desarrollo de una nueva oferta, competitiva y profesional en el territorio nacional que resuelva los tres principales retos que afrontamos como industria: a) la desproporcionada concentración que tenemos en 4 destinos turísticos b) que seguimos siendo considerados un destino de fiesta  y c) que nuestra propuesta de valor es que somos un destino barato.

Hoy repican las campanas porque estamos recuperando las cifras de 2019 y regresamos a una contribución que representa el 8.6% del PIB. 

En mi opinión no hay mucho que festejar.

Y menos cuando vemos la dinámica en la que ha entrado la industria turística global. Quienes acudimos a FITUR pudimos ver esto en primera persona. El turismo está de vuelta con una potencia que no hemos visto en muchos años. Las verdaderas potencias turísticas del mundo están logrando una contribución superior al 15% del su PIB y la WTTC espera un crecimiento sostenido 2X mayor al crecimiento de la economía global por lo menos hasta 2030. Impresionante el esfuerzo coordinado de destinos como República Dominicana, Ecuador y Colombia por mencionar algunos. Y lo que está presente en todos los pabellones y material promocional de manera abrumadora es precisamente la oferta de turismo de aventura, naturaleza y turismo rural.  Y no hay mucho que festejar, porque México sigue sin mostrar una estrategia a nivel país y poderosa que se alinee con está tendencia global que le permitiría a México brindar una diversificación turística sumamente atractiva para el turista y benéfica para aquellos destinos subdesarrollados pero con un altísimo potencial turístico..

Sin embargo, hay jugadores e iniciativas tanto privadas como gubernamentales (en los Estados principalmente) que entienden bien la importancia de invertir en el desarrollo, fortalecimiento y promoción del producto de turismo de aventura, naturaleza y rural en México.  Por lo que reforzando un trabajo que se ha venido haciendo desde hace 12 años, y más convencidos que nunca que la coyuntura es estratégica, este año, por primera ocasión tendremos dos ediciones de ATMEX, una en unos cuantos días en Pátzcuaro, Michoacán y otra en octubre en el sur del estado de Quintana Roo.

El trabajo con estos destinos es sin duda una bocanada de aire fresco y motivo de una renovada esperanza para el sector, les platico por qué…

Lo que estamos viendo en Michoacán es en mi opinión la nueva forma en la que debemos hacer turismo. Es un esfuerzo coordinado entre autoridades estatales, municipales y la iniciativa privada.

ATMEX está contribuyendo a que los actores locales se sienten a la mesa y tengan discusiones verdaderamente importantes. Nuestro congreso y la perspectiva de que su destino estará en los ojos del sector turístico nacional e internacional se ha convertido en un catalizador de procesos locales profundos y sumamente importantes. Quiero destacar algunos:

  1. Reconocimiento del valor real del destino.- Pátzcuaro es un destino con una riqueza natural, cultural e histórica que tienen muy pocos destinos en el mundo. Prueba de ello es que está ya en la lista de la UNESCO para obtener el grado de Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, se ha convertido en lugar de paseo de visitantes particularmente de Morelia cuya motivación de viaje, por la cercanía y la cotidianidad del lugar, normalmente no va más allá de una comida o una nieve, una michelada y un paseo por la Plaza Grande. Se han tenido que recurrir a todo tipo de festivales para fomentar la visitación de este tipo de turistas. Sin embargo, el valor REAL del destino está en sus alrededores, en su historia, en su legado, en su paisaje natural y en sus tradiciones. Como producto de estas conversaciones con actores locales se están desarrollando iniciativas para desarrollar trabajo colaborativo con las comunidades de la zona lacustre de Pátzcuaro, donde está vivo el legado Purépecha y de Tata Vasco. Un ejemplo mundial iniciado en el siglo XVI de lo que hoy llamamos economía circular que sigue vivo y sigue generando resultados, identidad y orgullo local. Como comentaba Norman Rodea, ponente de ATMEX en su edición de Colima: “La cultura es la naturaleza vista desde adentro.” Para entender esta riqueza cultural es imprescindible entender la riqueza natural del lugar. Cultura y naturaleza son un binomio indisoluble. Y es de este binomio que nace la riqueza e identidad de cada lugar, y esto es justo lo que se pretende poner en valor nuevamente. 
  2. Establecimiento de una visión de largo plazo.- El turismo debe ser reconocido como una de las principales actividades económicas de Pátzcuaro y de sus alrededores. Es por ello que debe establecerce una visión de destino, una estrategia de gestión y un esquema de gobernanza para lograrlo. Ya hay conversaciones en el destino para crear un Buró Municipal de Turismo que asuma esta responsabilidad en el que se sienten a la mesa gobierno, iniciativa privada y representantes comunitarios. Este organismo y las resoluciones que de él emanen, trascenderán administraciones trianuales y sexenales, dando el control del futuro del destino a sus habitantes.
  3. Emprendedurismo.- Para materializar lo anterior, se necesitan emprendedores, para cubrir los “huecos” que existen en la cadena de valor. Irónicamente, en Patzcuaro no existen operadores turísticos. Hay guías y hay operación por parte de empresarios particularmente de Morelia, pero no se había visto la necesidad de generar una oferta local que pueda articular de manera más eficiente a todo el territorio en alianza con operadores regionales, nacionales o internacionales.  En Pátzcuaro hay empresarios, organizaciones de la sociedad civil y productores de las comunidades profundamente comprometidos con la conservación y la regeneración de su patrimonio biocultural en la cuenca del lago, quienes han invertido y trabajado durante generaciones y quienes están dispuestos a seguir invirtiendo. Esto es un terreno sumamente fértil para nuevos emprendimientos, que atiendan estas áreas de oportunidad y cuya propuesta contribuya a sumar valor al destino de forma colaborativa con enfoque en la regeneración territorial. Esto también ya está sucediendo.

Y hay muchos ejemplos más. Y siempre hay este tipo de reacciones en los destinos en los que colaboramos y llevamos a ATMEX. Estos resultados son sin duda los de mayor trascendencia para el destino y aunque no forman parte de un “entregable” para nosotros como coordinadores del evento, son sin duda los que mayor satisfacción nos brindan.

Estamos sumamente orgullosos de ser parte de este renacimiento del turismo, y qué mejor que en un lugar como Pátzcuaro, Michoacán para demostrar este impacto a nuestros invitados y a nuestros anfitriones.

Nos vemos en unos días.

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