Xibalba y las entrañas de la Tierra

Xibalba es una palabra de origen Maya K’iche’ que aparece en la epopeya del Popol Vuh. Es uno de los niveles del inframundo ubicado debajo de nosotros, en las cuevas. Representa un espacio espiritual de existencia después de la vida. De las cuevas no hay salida, por lo que es natural que se les vinculara con un lugar de descanso eterno para las almas que trascendían esta dimensión.

Ilustración 1 Imagen alusiva al Popol Vuh . © Hemeroteca Prensa Libre

El Popol Vuh nos relata cómo es el Xibalba, lo cual parece ser la descripción de una cueva; una casa oscura en donde sólo había tinieblas; una galería donde un viento frio e insoportable sopla sin cesar; más allá, un lugar donde las bestias se amontonaban y rugían; después, la casa de los murciélagos, que no paraban de chillar y revolotear; también estaba la casa de las navajas en cada rincón, tal como las estalactitas cuelgan desafiantes y las estalagmitas se yerguen imponentes. 

Ilustración 2 Espeleobuzos explorando una cueva inundada. © Proyecto Gran Acuifero Maya (GAM)

Según narra el Popol Vuh, tras sortear los retos a los que tuvieron que enfrentarse en su epopeya, los míticos gemelos Hunahpú e Ixbalamqué emergieron como el Sol y la Luna. El Popol Vuh es un libro muy complejo, del cual se preservan muchas más historias que las de estos hermanos y es una lectura indispensable para aquellos interesados en la Cultura Maya.

La idea de surcar el inframundo y desafiar a la muerte es común en la cultura humana; y la Maya con sus sorprendentes sistemas subterráneos de galerías inundadas o secas no es la excepción, pues guardan en sus entrañas vestigios tan impresionantes como sus intrincadas cuevas.

Los primeros pobladores de la Península de Yucatán, que con el paso del tiempo se consolidaron como los reinos mayas comenzaron su despertar cultural en cuevas que ahora podemos visitar en una tarde, pero que alimentarán nuestra imaginación por días. Durante los miles de años que las cuevas han sido ocupadas y exploradas, se conservaron los restos óseos de aquellos que habían perdido la vida dentro de estas y nuevos habitantes de las cuevas comenzaron a desarrollar rituales funerarios que se fueron volviendo cada vez más complejos, hasta que durante la colonización española se mezclaron con los ritos judeocristianos. A la fecha, el Día de Muertos se celebra con fervor; y Pomuch, un pequeño pueblo de Campeche realiza la limpieza a sus osarios cada año. 

Ilustración 3 Ritual Funerario. Pomuch, Campeche, México. ©  Juan Antonio Martínez

Las cuevas de la Península de Yucatán en particular, pero de toda la zona mesoamericana en general, atesoran testimonios del nacimiento de nuestra cultura y nuestra civilización. Apenas estamos comenzando a comprender el valor que tenían para las ciudadelas mayas y la relación que guardaban con su prosperidad. Hay mucho por descubrir, explorando cada túnel desde adentro y realizando mapas apoyados en las nuevas tecnologías. Sin embargo, no todos logramos asimilar el gran valor que guardan estas cuevas en su interior; muchas son vandalizadas, otras son contaminadas y alteradas irreversiblemente por la urbanización que sucede encima de ellas. 

Las cuevas merecen todo nuestro respeto; protejámoslas como ellas nos resguardaron en los albores de nuestra propia humanidad. Valoremos de dónde venimos realmente: de las cuevas.

Los cenotes y cuevas fueron depósitos funerarios, y los restos óseos que se han recuperado de cenotes como el de Chichen Itzá sugieren que las osamentas corresponden a hombres y mujeres de un amplio rango de edad y no necesariamente corresponden a víctimas de sacrificio. Los esqueletos que han sido estudiados por los espeleo arqueólogos indican que hay osamentas articuladas y desarticuladas, así como también señalan que ciertos cenotes o cuevas pudieron haber sido designados como osarios en los que se depositaba los huesos exhumados en rituales mortuorios. Otra observación es que los cráneos encontrados presentan deformaciones culturales comunes en las culturas prehispánicas. 

Ilustración 4 Espeleobuzo explorando una cueva inundada. © Jerónimo Avilés, Banco de Imágenes INAH

El buceo turístico en cenotes con hallazgos arqueológicos no está permitido, pero hay muchas opciones de turismo responsable que nos permiten compartir la emoción de estos hallazgos cuando visitamos Yucatán. 

Sumergirse en las cristalinas aguas de un cenote, al instante, nos sacude de todo vínculo con el exterior, nos transporta a una dimensión sin luz, sin sonido, sin vida, donde volvemos a estar en un ambiente como el del vientre materno, donde estamos rodeados solo por agua cristalina, y si la cueva sigue viva, nos rodearán los goteos de cada estalactita, los latidos del corazón de la tierra. 

Referencias:

Carrillo Gonzalez J. (2019) Los umbrales de lo proscrito. Ritualidad y simbolismo en torno a las cuevas y cenotes entre los mayas peninsulares Trashumante. Revista Americana de Historia Social, núm. 14, pp. 30-53, Universidad de Antioquia. https://www.redalyc.org/jatsRepo/4556/455660699002/html/index.html 

Monroy Rios E. (s/f) El Sistema Cárstico-Antropogénico De La Península De Yucatán. Northwestern University. Disponible en. https://sites.northwestern.edu/monroyrios/entradas-en-espanol/sistema-carstico-antropogenico/ 

Manzanilla, L. (1994) Las cuevas en el mundo mesoamericano. Ciencias Núm. 36 octubre-diciembre 1994. p. 59-66. México https://www.revistacienciasunam.com/es/189-revistas/revista-ciencias-36/1777-las-cuevas-en-el-mundo-mesoamericano.html 

Rojas Sandoval, C. (2009) Los cenotes como sitios funerarios. Espacio profundo 97 p. 10-13 Ciencia y Cultura INAH https://sds.yucatan.gob.mx/cenotes-grutas/documentos/el-inframundo-parte2.pdf 

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